martes, 25 de febrero de 2014

De onsen por Nagano (Parte 2)

Bien, ahora toca la segunda parte de la excursión.

En episodios anteriores nos habíamos quedado en la maravillosa cena que nos dieron, tras la cual, vino el karaoke.

El karaoke fue cuanto menos, divertido. Previamente nos habían pedido que canciones queríamos cantar para irlas preparando, obviamente yo no canté nada. Lo divertido era el buen rollo que tenía el público, es más, en más de una ocasión alguien subía al escenario a dar flores como si fuera una fan fanática, y cuando se cantaba alguna canción animada la gente se levantaba y bailaba (o algo parecido... XD)

Tras el karaoke me dediqué a pulular de aquí para allí con diferentes grupos de gente, pero llegadas las 10:30 - 10:45 llegó mi momento de soledad. Tal y como había planeado me dirigí al onsen y... bingo! no había nadie, todo para mi solito... XD. Como indica la tradición me limpié bien antes de entrar en el ofuro (es el baño de agua caliente). Se estaba de muerte, relajado y en silencio en una enorme bañera (para que nos entendamos mejor), y entonces se me ocurrió, hay dos bañeras más afuera..., pero tendré los coj%ones de salir? pues sí. Tras meditarlo un rato y tomar aire corrí tal y como Dios me trajo al mundo por el camino exterior (a 0º) al primer ofuro que había. Dios mío, pasé frío, pero al entrar en el ofuro me sentí como Dios. Tras un rato en el ofuro y contemplar las increíbles vistas nevadas de la montaña tomé la decisión, iría al último ofuro, el más alejado... y lo conseguí, aunque en los últimos metros me pareció escuchar un ruido parecido a cascabeles mientras corría... XD. Tras estar un buen rato en el último ofuro, que era el más caliente, deshice la ruta de la misma manera que la ida, con paradas estratégicas (e imprescindibles... XD).

Tras esto, me encaminé como un hombre nuevo hacia la habitación, y por el camino me encontré con un compañero chino (uno de los que estaban conmigo en el autobús) y me dijo si quería ir a su habitación, que estaban jugando a cartas y si me quería unir... obviamente dije que si, no tenía ningún otro plan. Estuvo divertido, estuvimos jugando al 21, y quisieron poner como castigo pintar la cara a los perdedores (es algo típico), pero yo dije que no, así que la cosa quedó en pegarnos papeles en la cara cada vez que perdiéramos. Ah, en el trascurso de la noche aparecieron otros estudiantes con una guitarra y estuvieron tocando algo antes de irse, eso sí, se cobraron unos chocolates y cigarros antes de irse... XD. El resto de la noche estuve pululando de grupo en grupo, sin más cosa destacable. Ah si, un compañero vietnamita de clase y habitación, bebió un poco más de cerveza de la cuenta y... bueno, me estuvo dando la brasa durante unos 30 min mientras yo intentaba dormir.

A la mañana siguiente me desperté a las 7 a.m aproximadamente  para bajar a almorzar. El almuerzo estaba bueno, pero no era de mi estilo, al igual que en la cena había un poco de todo, pero nada consistente por sí solo. Tras el almuerzo nos fuimos reuniendo todos en la recepción del hotel para subir a los autobuses y retomar el camino a casa, eso si, sin antes hacer un par de paradas turísticas.

La primera fue en una antigua fábrica de miso convertida en museo (sobre el miso, obviamente... XD). La visita estuvo curiosa, nos ofrecieron un poco de sopa de miso, pero mis creencias me obligaron a rechazarla (digamos que mis creencias son que no me gusta nada que esté relacionado con sopas, caldos y cosas por el estilo). También nos enseñaron un ritual que hacían para alejar la mala suerte, consistente en apalear con un palo tres veces a un monigote de madera que había, después darle tres patadas (con cuidado, porque patear un tronco de madera duele, lo digo por experiencia... XD) y al final arrojar con mala leche un puñado de granos de semillas de soja a una estatua que había. Ah, también nos dieron unos obsequios consistentes en una especie de aperitivo de wasabi (estaba muy rico, solo era ligeramente picante) y unas pastas de manzana, así como un vale de descuento para una tienda donde pararíamos mas tarde.

El miso es una pasta aromatizante fermentada, hecha con semillas de soja y/o cereales y sal marina. Durante siglos fue considerado un alimento curativo en China y Japón.

Tras un rato de autocar llegamos a una área de estacionamiento cercana (el sitio donde teníamos el descuento), y nos dirigimos a visitar un templo que había en las cercanías. El templo, aún sin tener nada espectacular que resaltase, me encantó (puede que fuese el entorno rural ) así que decidí dar una vuelta a todo el recinto mientras los compañeros hacían cola para rezar en el templo. De vuelta a la área de estacionamiento me detuve en la tienda para comprar una caja de pastelitos de manzana (solo 8) porque me había encantado, estaba delicioso!!.

La última parada antes de terminar el viaje fue en un restaurante para comer. En la comida había demasiado vegetal para mi gusto (creo que ya he cumplido el cupo de vegetales a consumir este año). Lo único bueno es que pude probar distintas variantes de wasabi (no todas pican tanto como el wasabi que sirven con el sushi), parece ser que la zona es famosa por la producción de wasabi.

Pues creo que esto es todo lo destacable del viaje, la última parte me la pasé como el resto de mis compañeros, durmiendo... XD.

Os dejo con las fotos correspondientes, espero que la entrada os haya gustado tanto como a mí el viaje.